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HISTORIA DEL ARTE

Paracas - Pintura textil mítico-religiosa de metafísica trascendencia

Se explicarán sintéticamente fundamentos ideológicos aplicados a una plástica textil. Se enfatizará sobre lo estético y lo plástico, pues la enorme obra tejida merece y necesita la crítica de sus logros artísticos. La bibliografía comenta casi exclusivamente lo histórico, lo iconográfico descriptivo y lo técnico realizativo como único corpus teórico de aquella realidad. Por supuesto, lo descubierto desmiente este parcial criterio.

 

En la desértica costa del sur peruano, en la península de Paracas y sus alrededores se descubrieron, en la década de los años veinte, numerosas tumbas bajo la ardiente arena. Esta enorme necrópolis milenaria ocultaba, en cavernas abovedadas y en tumbas hipogeos, centenares de fardos funerarios.

Las telas que los envuelven muestran una iconografía mitológica tejida y/o bordada, plasmada pictóricamente, de sorprendente conservación en trama y color.

 

Esta cultura contemporánea a chavín, 800 a.C. - 100 d.C., tuvo dos períodos consecutivos denominados Cavernas y Necrópolis, produciendo una enorme labor textil de contenido mítico-religioso e ideográfico comunicante. Creó la primera gran textilería andina técnicamente superior con vocación pictórica policroma, de excelente indumentaria con variados tipos de tejidos y notables pautas plásticas.

 

Lo mítico-ceremonial, fundamento del diseño

 

Fue una sociedad militarista que aceptó el difusionismo felínico de Chavín de Huantar. Elabora su ideología incorporando al "Dios de los Cetros" y lo transfigura en un ente flotante de plástica expresividad.

Venerado con pasión colectiva, ese supremo dios omnipresente protagonizó por siglos la imaginería textil y de dibujos incisos y coloreados sobre ceramios, diseñados con riqueza detallista.

Se ahondará con plurales morfologías la entidad mítica, pues su obsesiva presencia en los mantos, nos comunica el grado de saturación mística habido en el pensar mágico de paracas.

Finalmente será legado a sus descendientes étnicos, la cultura nasca.

La morfología del dios se compuso como una idealidad de elementos figurativos abstractizados, siendo una presencia totémica en continua variación formal y cromática. Los concisos detalles de la imagen sacra configuran una detallada presencia intimista de atributos: bigotes o narigueras felínicas, diadema solar, cabezas trofeo, lanzadardos, largas "lenguas" plenas de metáforas, etc., todos símbolos del poder bélico que hacen a la esencia de la deidad y a su idiosincrasia de guerrero de metafísica existencia. Su diseño es variado constantemente, por abstracciones geométricas dibujadas y/o pintadas textilmente, con paletas de contraste o pasaje.

Lo convencional totémico, siempre se refiere a lo mítico, a la deidad, nunca a lo formal y cromático, sometidos a continuo rediseño tan obsesivo como el dios mismo.

Se aclarara que pintar en Amerindia fue:

La armonización expresiva de manchas de color, figurativas, abstractas o concretas, sobre una superficie plana o curva bidimensional, creando una espacialidad plástica de dialéctica cromática.

Este criterio fue logrado plenamente en Suramérica por las culturas paracas, nasca y huari.

La colocación de colores convencionales usados simbólicamente, sin definidas pautas de una dialéctica cromática.

Este criterio fue practicado en Mesoamérica principalmente por las culturas teotihuacana y maya. En Amerindia el dibujo como Género Plástico predominó sobre la pintura pues, en general, se dibujaron y colorearon las imágenes cerámicas y de los códices.

También, se colorearon simbólicamente la arquitectura y la escultura. Se debe tener en cuenta que colorear no es pintar. Tales comprobaciones, no invalidan los valores expresivos y estéticos alcanzados, sólo demuestran que en Amerindia se desarrolló, casi con exclusividad cuantitativa el dibujo y no la pintura como la bibliografía se empecina en declarar.

 

Pintura textil

En paracas las formas son conceptuales diseños míticos significantes, plasmados tejiendo distintos tipos de telas o bordando, pintando y/o tiñendo cromáticamente sobre ellas, conformando obras de obvia utilidad práctica con gran contenido plástico.

Paracas se expresó como una cultura-autor y sus tejedoras crearon, de acuerdo con el dogma oficial, diseños subjetivos de la deidad. El dios superreal campea por los mantos con aspecto a veces ingenuo, proyectado eidéticamente, otras, configurado con áura siniestra, cargado de presagios ominosos y explícita agresividad. Siempre permanece congelado en un estar eternal, sin expresión psicológica, como ocurre con todas las imágenes deificadas de las culturas amerindias.

Es norma que el dios y sus atributos estén compuestos en un módulo contenedor de la integridad temática. Se lo presenta expectante, con habituales atributos felínicos y guerreros en aéreo flotar. Tal unidad es el módulo de un micro ámbito intimista y barroco que se repetirá, compuesto en damero, a veces tejido otras bordado, por todo el manto. Hay que destacar que el cromatismo de varios módulos se diseña siempre diferente alternándolo en la composición, por lo tanto, las vibraciones lumínicas de los colores sobre el manto son múltiples, produciendo ópticas fulgencias cinéticas de virtual espacialidad.

Cuando en el Período Cavernas, urdimbre y trama tejen la imagen sagrada, ésta es geometrizada por obvias razones técnicas que impiden las curvas. Cuando se la borda sobre tela en Necrópolis, se ondulan sus formas en dinámicas curvas. De una u otra manera, siempre fascina la variabilidad creativa de un diseño realizado como metáfora mítica pletórico de alegorías, pero resuelto con un polifacético lenguaje plástico. Tal expresividad ideográfico comunicante, místico-poética y estético-plástica conformaron un todo coherente cuya vigencia mitológica rigió por siglos.

Los jefes, espirituales y políticos –sacerdotes y reyes--, crearon un diseño conceptual icónico, pleno de atributos y trascendencia metafísica, que las tejedoras elaboraron con subjetivas pautas morfológicas.

 

 

La modulación de los tonos hacen del personaje algo visualmente cambiante de perenne levitación, portando su barroca carga de atributos, dentro de una espacialidad bidimensional que jamás se transgredió. Tales diseños son conceptualizadas imágenes ideográficas que impactan desde lo textil y lo pictórico. Su impar lenguaje plástico está cargado de una ritmada dialéctica óptica e inmerso en la atmósfera de una silente musicalidad de comunicación religiosa. Aún hoy refulge aquel Ser, inmanencia ontometafísica del textil, en la atemporalidad de lo verdaderamente sublime.

 

 

César Sondereguer

Titular de Cátedra Diseño y Arte Precolombino
FADU - Univeridad de Buenos Aires - Argentina
Fotografías del autor

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