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GRANDES PINTORES

Georges de La Tour (1593-1652)

En Vic-sur-Seille (más tarde capital del obispado de Metz cuando Enrique 11 de Valois ocupó la primitiva sede (1552) anexando a Francia mediante un golpe Metz, Toul, Verdum), nació en 1593 Georges de La Tour cuya familia, formada por albañiles y panaderos, debía pertenecer al bajo pueblo de Vic.

 

La Vigilia de Magdalena - 94 x 120 cm

 

Más que al medio artístico local conocido sólo por citas documentales que no parecen referirse a obra precisa alguna (no es posible atribuir una sola pintura al más celebrado pintor de Vic, Maitre Claude Dugoz, que trabajó desde 1611 a 1633), contiene referirse a su particularísima posición geográfica, paso obligado entre los grandes caminos a través de Francia y Renania, Italia y los Países Bajos, posición geográfica que si por una parte ponía a Vic en peligro de ser vulnerada por las presiones del Imperio de los Habsburgo y del reino francés, por otra favorecía su contacto con el mundo artístico y cultural.

 

Mientras espera el momento de realizar el viaje a Roma, que por dificultades económicas del gobierno será postergado cinco años, Ingres se presenta en el Salón por vez primera en 1802 con un retrato femenino y más tarde en 1806 con aquel Napoleón I en el trono imperial que fue objeto de un asombro nada benévolo de la crítica oficial. En 1804 Bonaparte le encargó un retrato en figura de Primer Cónsul para donar a la ciudad de Lieja. Este primer indicio de consideración oficial coincide también con el primer gran retrato ejecutado por Ingres e inicia así el camino hacia aquella extraordinaria galería de imágenes que sin embargo el artista consideraba sobre todo como medio de subsistencia, en cuyo comienzo encontramos ya obras de arte absolutas como los retratos de Philibert Riviére, de Mme. Riviére, de Mlle. Riviére (1806) de Granet y de Mme. Devauçay (1807).

 

En octubre de 1806 llega a Roma donde será huésped en Villa Medici hasta 1810. Rafael y el "Quattrocento" italiano orientarán con mayor precisión sus elecciones y su estilo; estos años son los más creativos (desnudos, paisajes, dibujos, retratos, cuadros históricos) y decisivos de su producción.

Pero las obras pintadas en Italia no agradan en París e Ingres, amargado, resuelve quedarse en Roma donde permanece hasta 1820. En 1814 el pintor, que se había casado el año anterior con Madeleine Chapelle, trae a Nápoles Carolina Bonaparte y la familia Murat, participa en el Salón con Rafael y la Fornarina, Don Pedro de Toledo y otras obras que también fueron recibidas desfavorablemente por la crítica.

 

Bastante dispersos debieron ser los primeros intereses de Georges de La Tour, a quien la piedad franciscana poco tiempo antes trasplantada a Lorena y sus vinculaciones con el poeta Alphonse de Rembervillers lograron impregnar de aquella religiosidad que está en la raíz misma de su poética.

 

En 1620 La Tour, cuya condición social había mejorado a causa de su boda con Diane Le Nerf (alrededor de 1618), está documentado en la ciudad de Lunéville, que en adelante sería su patria de elección y donde entró a formar parte de una minoría dirigente bastante desvinculada de sus obligaciones de vasallaje hacia el duque Carlos IV de Lorena al que estaba sometida la ciudad de Lunéville y toda la región.

 

El tocador de gironda - 105 x 162 cm

 

Tales privilegios que alcanzaban hasta lo económico (pues permiten a La Tour, tener un aprendiz en 1620, e1 muy joven Claude Baccarat) podrían haber favorecido también aquel viaje a París que Pariset establece como hipótesis por el silencio de los archivos locales (desde el 2 de agosto de 1621 a los últimos meses de 1622 no se encuentra referencia alguna al pintor) y por las dos cartas de Rambervillers (1621) bastante explícitas en sus reiteradas alusiones a un amigo " jeune peintre qui s'en va á Paris... " en aquellos primeros días de agosto.

 

Esa eventualidad unida al hecho de una muy anterior estancia en Roma, alrededor de 1613, que Pariset considera posible, tienden a eliminar aquel mítico "cliché" de solitario inflexible y obstinado que se le atribuyó en sucesivas y erróneas apreciaciones de carácter místico y arcaizante.

 

 

El artista, en cambio, participó activamente de los acontecimientos más significativos de Lorena distinguiéndose entre los promotores de la renovación religiosa propuesta por Pierre Fourier, pagando luego en la anarquía y la guerra las consecuencias de una política irresponsable y absurda.

 

Muchas veces padeció Lunéville, a causa de la peste (en 1531 y 1533) y posteriormente, de la guerra y la ocupación francesa (1633) y más tarde por la revuelta de los legitimistas ducales que naufragó en la capitulación de 1638. Posteriormente, con la anexión de Lorena a Francia, la ciudad fue curando de sus graves heridas y Georges de La Tour pudo en 1639 ostentar el título de "peintre ordinaire du roi" como confirmación del restaurado vínculo con la Majestad de Luis XIII, quien ya le había ordenado un San Sebastián cuando azotaba la peste.

 

Riña de mendigos - 136 x 82 cm

 

Con respecto a los ocupantes franceses sus relaciones son de colaboración proficua no sin algún dejo de oportunismo, que llegará a alejarlo en cierto modo de su pueblo (``...ledit La Tour qui se rend odieux au peuple par la guantité de chiens qu'il nourrit tant levriers qu'espagneuls comme s'il estoit seigneur du lieu, pousse les liévres dans les grains, les gaste et foule... " súplica al duque de 1645), todavía postrado por las recientes tragedias.

 

A pesar de ello el pintor no parecía dispuesto a retroceder, en tanto que el gobernador francés de Nancy, duque de La Ferté-Sénectére se convirtió en uno de sus más asiduos clientes, con repetidas órdenes de cuadros (1645, 1646 1648, 1649, 1651) pagados con la contribución de toda la ciudadanía.

 

Este reconocimiento, por así llamarlo, oficial, coincide con la mayor actividad del "atelier" donde a partir del 46 trabajó también intensamente su hijo Etienne: surgió entonces el problema de una eventual colaboración con el padre a quien se pedía con significativa insistencia que cada tela fuese solamente "par lui ouvragée".

 

Pero mientras el abad Michel de Marolles al hacer la nómina de los hombres capaces de honrar a Lorena, concluía su discurso con el nombre del artista ("La Tour s'y joint sans peine") demostrándole también la estima de sus contemporáneos, inesperadamente sobrevino la muerte, golpeando con la violencia de una fiebre epidémica, en breve lapso a su esposa (15 de enero de 1652), un niño (22 de enero) y al pintor La Tour (30 de enero).

 

 

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