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GRANDES PINTORES

Honoré Daumier (1808-1879)

Honoré-Victorin Daumier nació en Marsella el 26 de febrero de 1808.

Dos días después, su padre Jean Baptiste, vidriero-poeta de escasísima fortuna literaria, escribía a un amigo:

 

"...una noche oscura castigada por una persistente lluvia torrencial e iluminada a ratos por un relampagueo salvaje, Cecilia dio a luz un niño. El extraño juego de la naturaleza que acompañó su aparición parece el anuncio de un porvenir pleno de acontecimientos".

 

En realidad la vida de Daumier no transcurrió entre hechos notables, fue tan sólo una vida entregada obstinadamente al trabajo junto a su mesa de dibujo y a su caballete; una vida signada por la probidad y la modestia, carente de aventuras o de éxitos brillantes.

 

El pintor frente a su cuadro - 25 x 32 cm

 

Pero la ingenua profecía paterna, se ha cumplido por lo menos parcialmente ya que Honoré llegó a ser "alguien". Pero fue justamente su padre quien desde el principio obstaculizó la poderosa vocación artística del joven.

Hacia fines de 1814 la familia se había trasladado a París y Honoré, entonces de quince años, comenzó a dibujar; ambulaba por los más pobres suburbios y a su regreso fijaba sus impresiones en el papel.

 

Un día penetró en el Louvre, experiencia que lo conmovió profundamente. Desde ese momento concurrió con asiduidad al gran museo. Estudiaba y dibujaba la escultura antigua, la obra de Rubens y Rembrandt.

Aleccionado por sus propios fracasos poéticos, el padre no comprendió que Honoré eligiera como profesión el oficio de pintor.

 

Pero la firmeza del hijo se impuso a la oposición paterna.

En 1828 Daumier asiste por un breve lapso a la Academia Boudin. Es el período de su encuentro con el pintor Ramelet, quien le enseña la técnica de la litografía. Este medio expresivo lo entusiasma y dos años después, en el periódico Silhouette, aparece su primera obra litográfica.

Estamos en vísperas de las Tres Gloriosas Jornadas, la revolución de julio de 7830 que derribó el poder de la Restauración. Es en este clima agitado que tiene lugar el encuentro de Daumier con Charles Philipon, director del diario satírico La caricature. Philipon intuye el talento del joven artista y lo orienta decididamente hacia el dibujo político, lo que no fue difícil dada la ardiente fe republicana de Daumier.

 

Los ladronres y el asno - 52 x 59 cm

 

En La caricature y en Charivari, segundo diario fundado por Philipon, dibujará diariamente durante casi cuarenta años, creando más de cuatro mil litografías: un formidable comentario gráfico de la historia de la época en todos sus aspectos: sus vicios y sus virtudes.


La revolución de julio había llevado al trono a Luis Felipe, el favorito de la alta burguesía, que frustró toda esperanza popular. En efecto, contra él y sus ministros Daumier libró sus primeras batallas.

 

 

Su caricatura, que el editor de estampas, Aubert, publica el 15 de diciembre del mismo año y que representa a Luis Felipe en la grotesca semblanza de

Gargantúa, le ocasiona una condena de seis meses de reclusión en las cárceles de Sainte Pélagie.

Al salir, reanuda su lucha aprovechando sus últimos resquicios de libertad. Nacen así sus primeras obras maestras como la famosa Rue Transnonain, que representa una condena implacable contra las sangrientas represiones ordenadas por Luis Felipe en 1834.

Suprimida La Caricature y la libertad de prensa en agosto del año siguiente, Daumier se dedica a la crítica de costumbres y a la sátira contra todos aquellos personajes -banqueros, magistrados, abogados- que sacan provecho del nuevo régimen. Son años difíciles.

 

Entre tanto, a su alrededor despierta el interés hacia sus obras por parte de algunos escritores e intelectuales como Baudelaire y Michelet. En 1846 se casa con la costurera Marie-Alexandrine Dassy. En esta época comienza a ocuparse de la pintura, aunque sus primeros cuadros pertenecen en realidad a 1848. La revolución de este año lo lleva una vez más al dibujo político.

En 1860 sin embargo, cesa su colaboración con Philipon y durante tres años se dedica enteramente a los pinceles. Lo alientan la estimación y la amistad de artistas como Millet y Corot.

 

Ahora se ha retirado a Valmondois, a una casa que más tarde comprará Corot para asegurarle un techo. Obligado por la indigencia vuelve al trabajo con Philipon y el 24 de setiembre de 1872 aparece su última litografía.

En 1875 su vista, ya muy debilitada a causa de la extenuante labor litográfica, comienza a extinguirse totalmente y el 11 de febrero de 1879 muere como consecuencia de un paro cardíaco. Un año después sus restos fueron trasladados a París, al cementerio de Père Lachaise cerca de las tumbas de Corot y Daubigny, como él lo había deseado.

 

 

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