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NOTAS

Pensando en Voz Alta- Parte III de III

Ser original: volver al origen

 

Estudiar, analizar las culturas de los pueblos de América no significa para nosotros una mera búsqueda de imágenes, reciclaje de formas o reactualización de alguna suerte de diseños.

Esto equivaldría a detenerse en formalismos, a quedarse en hechos de superficie. Contrariamente, se trata de un intento de volver al origen, persiguiendo las claves de un pensamiento sudamericano, su relación con la naturaleza, con los demás; con el otro y el Universo.

En encontrarse dentro del área de lo arcaico, en tanto no le asignemos a éste término un valor meramente temporal, sino el sentido que rodea a su acepción etimológica, en cuyo caso "lo arcaico" pasa a significar "principio". Es el lugar de los arquetipos, equivale decir, el nivel en donde puede iniciarse todo nuevo acontecimiento o proceso cultural.

Es allí donde está presente lo absoluto, acaso convocado desde un ritual o desde un símbolo como modo de estar con lo sagrado o sea como modo de "consagración".

Estas circunstancias que rodean a la arcaicidad: principio - lugar de los arquetipos - génesis del símbolo - encuentro con lo absoluto, fueron el presupuesto básico desde donde los hombres organizaron su mundo. Establecieron diferencias y analogías creando un universo simbólico, esto es en el sentido más profundo, una cultura.

Entonces, cuando miramos al origen, lo hacemos con la clara intención de reencontrarnos con aquella dimensión de trascendencia que de algún modo ha olvidado la cultura de Occidente, y su concepción de la vida y las relaciones.

En buscar alternativas diferentes a las que se nos ofrece: hombres enajenados en medio de individualismo exacerbados, búsquedas enfermizas del éxito, egocentrismos disparatados y ansias ilimitadas de poder. Una cultura, en fin, que no ha resuelto los problemas básicos de la miseria, el analfabetismo, las guerras y sólo a cambio supo dejarnos la destrucción sistemática del medio ambiente.

 

La opción: Nos quedamos

 

Gonzalo Guerrero, después de naufragar frente a las costas de México en 1511, logra sobrevivir en Yucatán, junto con Aguilar. Guerrero se fue a Chesternal, vivió en América y hasta se dice que luchó contra los Españoles a la cabeza de los Yucatecas. Se casó con una Mixteca que le dio cuatro hijos, mientras Aguilar escuchando el llamado de su origen, retornó a España.

Con el tiempo, Aguilar le escribe a su compañero pidiéndole que se vuelva a España. Guerrero se niega, explicando que estaba afincado, unido a una mujer de este continente y que americanos eran sus hijos. Nuevamente insiste Aguilar, recriminando que no abandone su lugar en España, a su raza y a su religión. Finalmente, Aguilar recibió cómo única respuesta de Guerrero, dos palabras: Me quedo.

Estas actitudes se han repetido en nuestros países a lo largo de éstos 500 años. Se puede decir que esconde nuestros desencuentros históricos y culturales. Siempre hallaremos entre nosotros a aquellos que viviendo aquí se sienten como europeos exilados. Esta a sido una intención dominante en nuestra cultura y es importante que muchos de nosotros demos resueltamente la misma y definitiva respuesta que Guerrero dio a Aguilar: Nos Quedamos.

Es una elección que resueltamente opta por un proyecto sugestivo. Vivir juntos para algo, hacer juntos algo: ser capaces de crear desde nosotros, imaginar y pensar desde aquí. En definitiva, sentirnos, conocernos y ser sudamericanos.

 

Alberto Delmonte

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