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NOTAS

El surrealismo de Yves Tanguy (1900-1955)

De una gran obra singular, en su tiempo y en la posteridad, casi siempre se hace una injusta y a veces errada valoración. Nos referimos a Yves Tanguy. El surrealismo, tuvo como tantas vanguardias a sus propios, snobs y figuras genuinamente descollantes: la excéntrica y frívola personalidad de Dalí, la brillante creatividad de Max Ernst y la inagotable alegría de Miró.

En este contexto Tanguy aparece como una figura menor. Nada puede ser más injusta y errada que la omisión o tercerización de la obra de Yves Tanguy, prueba de lo que decimos es que André Breton en Ia muestra de la Galería Surrealista que presentó en 1927, consagra el advenimiento de nuestro pintor entre los pioneros de la nueva pintura; ya que el "automatismo", que caracterizó la principal matriz operativa del surrealismo, en el caso de Tenguy, tuvo un papel decisivo, pues lo ayudó a forzar las resistencias mentales del orden racional del lenguaje con una naturalidad expresiva que no tuvo ni antecedentes ni seguidres en su particular y despojado estilo pictórico.

 "La dama ausente" Óleo - Yves Tanguy

 

Existencia casi breve (muere en 1955) y de poco más de 30 años como pintor - comienza a pintar en 1922-, desarrolla su obra de autodidacta con una coherencia de intencionalidad y estilo, sin precedentes. En su niñez tuvo pronto ante sus ojos, la inmensidad de la explanada del Ministerio de Marina en Place de la Concorde, donde trabajaba su padre. Esta primera y vasta percepción del espacio, es la que más lo acerca a la visión metafísica y a la vez melancólica de De Ghirico, pero a diferencia de este que desarrolla la narrativa onírica de las viejas plazas italianas del renacimiento en las que inserta maniquíes y locomotoras que irrumpen en las lejanías del horizonte.

Tanguy despoja su paisaje interior de referencias urbanas y limita su "planeta" a un amplió desierto cortado solo por el Iímite de una débil Iínea entre la tierra y el cielo que muchas veces desaparece por completo.

 

"Sin Título" Óleo - Yves Tanguy

 

Allí, en sus visiones infantiles de aquellos megalitos, reside quizá el secreto de las extrañas formas metamórficas que pueblan los Ilanos de sus sueños.

Así, desde temprana edad, sus sentimientos, fueron proyectados e introducidos en aquellas almas sin rostro año tras año, forjando quizá, una mitología de su interior. Mundo paralelo con entrada y salida al universo real, dúctil y versátil como para rescatar y Ilevarse de nosotros cada uno de los otros espejos en los que no nos podemos ver reflejados tal cual creemos ser. Estos sueños de Tanguy, eran parte de su vida cotidiana.

El era una personalidad retraída que prefería estar a la sombra, en permanente exilio, que ya existía antes de su exilio real a Estados Unidos en 1939.

 

Su vida signada por el alcohol, en el qué intentaba escapar, a veces detonaba en terribles explosiones de furia. No obstante, en sus pinturas es difícil registrar anécdotas explícitas, a no ser por sutiles cambios configuracionales. Esta esencialidad libre de perfiles narrativos, de los que abusaban otros pintores surrealistas que sí sabían jugar con combinatorias de símbolos y alegoría aleatorias, es lo que mejor diferencia la obra de este pintor fantástico de todo el resto de sus colegas.

Su pintura es de alguna manera una suerte de osciloscopio mágico que muestra la lenta evolución de una obsesión única en la que solo se introducen variaciones mínimas; en verdad, no sabemos si estos seres son a veces minerales, vegetales o animales pretéritos. Ellos pueblan espacios imprecisos, en dunas translúcidas o evaporadas, donde nubes arborescentes y cielos que borran el horizonte, sirven de gran telón de fondo donde se apoyan inquietantes los personajes extáticos e impávidos de Tanguy.

Este gran paisaje sin limites, hace que cada uno de sus cuadros, parezcan ventanas que nos muestran solo fragmentos parciales de ese gran paisaje interior que no tiene ni comienzo ni final.

Victor Dabove

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