TÉCNICAS
Sumi-e (Pintura Oriental)
por Rosa Eugenia de Vera
La transcripción literal de la expresión japonesa Sumi-e es "Sumi", tinta china y "e" pintura.
El Sumi-e constituye una de las tradiciones más importantes del arte oriental, tuvo origen en China, ha pasado luego a Japón a fines del siglo XII y comienzos del 13 de nuestra era.
Los materiales usados en esta técnica son: una barra de tinta china, hecha de carbón de pino, con un agente ligante, la que se diluye frotándola con un poco de agua en una piedra especial llamada "suzuri", papel suave y absorbente, generalmente de arroz y pinceles con mangos de caña de bambú y pelos de diversos animales, tejón, conejo, cabra, ciervo, cola de caballo.
En los trabajos la tinta negra obtenida por el frotado se usa en diversas variedades tonales, pudiendo usarse también pigmentos de color, por lo general en tonos pasteles o suaves. En Sumi-e, ni la luz, ni las sombras ni los fondos son pintados.
Como en otras artes japonesas: ikebana, tiro al arco, haiku (breve poesía de 3 versos), teatro No, ceremonia del té, el Sumi-e tiene como base el Zen, derivado del budismo.
Las principales características de esta pintura influida por el Zen son:
Simplicidad, es decir nada elaborado, complicado o cargado.
Naturalidad, que deriva de la simplicidad y es su complemento, con una ejecución espontánea, sin artificio.
Sutileza, los temas se sugieren con tacto y discreción.
Serenidad, se expresan la calma y la paz en medio del mundo agitado.
Austeridad, se busca expresar lo esencial del tema y su idiosincrasia, eliminando los elementos sin interés e innecesarios.
Libertad, entiéndase el desapego o no-apego budista a las cosas y el olvido del propio yo.
Vacuidad, no es como para occidente el vacío considerado como la completa nada, sino que se recurre a los espacios en blanco, sin pintar, para dar sentido de profundidad y vitalidad a la obra.
Naturaleza, se hace un culto de la naturaleza, donde el ser humano tiene poca importancia y como la regularidad no existe en la naturaleza, se puede componer con asimetría.
Por todo ello es un arte de sugestión, donde la mancha y la textura de la línea capturan la esencia del tema y llevan al espectador a imaginar o sentir toda la realidad de la cual hay una parte expresada. Hay que sentir la disposición de ánimo detrás de la pincelada ya que se trabaja por impulso y emocionalmente.
Como el papel de arroz es muy absorbente, no se puede retocar la pincelada, por lo tanto se lo compara con la vida, cuando algo se ha hecho, no se puede volver atrás.
A diferencia de la pintura occidental, por ejemplo el óleo, que es exterior porque la pintura queda sobre el soporte, ésta es una pintura interior, porque la tinta penetra en el papel y llega a pasar del otro lado.
Se considera este trabajo como un camino de auto perfeccionamiento, sin un deseo de llegar a una meta, en este caso la obra de arte en sí; lo importante es el camino, el hacer. Es un actuar sin intención y más que actuar materialmente con toda su técnica en el dominio del Sumi-e, el artista busca sobre todo actuar sobre sí mismo, sobre su espíritu, en equilibrio y armonía interior.
El artista occidental se dirige a la inteligencia, el artista Zen se dirige a la intuición y sensibilidad; cuando se transmiten los conocimientos de la técnica se trata de hacerlo de espíritu a espíritu, de intuición a intuición (sin razonamientos, ni explicaciones).
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